(Cristal, neón y técnica mixta)
San Miguel y su ejército de ángeles enviando al Averno al Mal por mandato Divino. Ésa sería la síntesis de la narración y, en parte, mi atracción por esta ermita de San Miguel en Sagunto, en concreto. (…) Como artista, entiendo la utilización de determinados iconos y cómo con una simple manipulación pueden volver a re-contextualizarse y cambiar el sentido que originalmente tenían, para así dotarse de una nueva lectura añadida o superpuesta a la original, como una suerte de palimpsesto. (…) El uso del vidrio que hago habitualmente en mis trabajos sirve para explicar esa dureza y a la vez fragilidad que pueden tener intrínsecamente muchas de las ideas que represento. Corazones de vidrio espinados, torsos de vidrio, lluvias de gotas de cristal… todo encierra una contradicción metafórica entre el dolor y el placer, lo bueno y lo malo, la belleza y la fealdad… una dicotomía que se halla presente casi siempre en mi obra. La idea del pozo de fuego líquido es lo más cercano al vidrio cuando éste aún se encuentra en dicha configuración líquida. Es en ese momento cuando su belleza, casi hipnótica, nos atrae hasta el peligroso punto de tocar ese aspecto de fluidez que presenta el material, olvidando el dolor que nos causaría dicho contacto. Las lágrimas rojas de vidrio fundido que presento en esta ocasión, así como las llamas, materializadas en vidrio rojo, nos hablan de esa lluvia constante de fuego líquido de la que habla Milton en el Paraíso Perdido. Llegado un momento de la narración, los moradores del infierno llegan a encontrarse cómodos rodeados de estos elementos que configuran su universo de tortura y dolor.
(Javier Velasco. PEREGRINATIO: La mirada interior. 2007)
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