La relectura que hace Javier Velasco va en un doble sentido. Por una parte en el símbolo y por otra en las posibilidades expresivas del material. La fragilidad del cristal con el que realiza la corona de su obra titulada "VIH" hace referencia a esa vulnerabilidad del enfermo. Ese cristal te puede herir si lo tocas, pero a la vez se rompe. La coronación de espinas fue símbolo de escarnio, de burla, pero el cristianismo la reconvierte en gloria, la gloria del sufrimiento injusto. Juega a la vez con la semejanza del JHS y el VIH, con la riqueza y la simbología del bordado, con el carácter de relicario y de exvoto. Es la "dignificación" del enfermo de SIDA. Esa riqueza de contenido y la parquedad del material empleado hacen de esta pieza un elemento de ese neomanierismo mínimal que ya apunta hacia lo barroco.
(Juan Ramón Barbancho. Extracto de "La (de)sacralización de los objetos. El neobarroco y otras historias."
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